Entre
las cuatro paredes de un hotel,
dos
amantes velan silencio entre sábanas.
Ecos
de gemidos brillan en el alba,
sonidos
compulsivos en sus latidos,
arden y rugen extremos grandes gozos,
entre
lunas tienen deleitados besos
Dos
amantes callan sin ningún te quiero,
el
placer por el placer dentro de un lecho,
a
filo de cuchillo, piel y deseo,
arañando
el vaivén del tiempo por tiempo
entre
las cuatro esquinas de aquel rectángulo
Se
esconden las miradas de un vil pecado,
triángulo
oculto de morir cada día.