Ea, ea, ea,
mi niña, ea,
tu madre besa
tus labios de cereza.
En este suave letargo
que trae la noche,
mi niña se duerme,
cerrando los pétalos de las rosas rosas.
Ea,
mi niña ea,
el pelito largo que envuelve tu faz,
se dora a la orillita de la mar,
y aunque tu
no lo creas,
tu madre velara siempre
el vuelo de tus sueños
desde las nubes
del azul cielo.
Ea, ea, ea,
mi niña ea,
ahora con veinte,
después con cuarenta,
y yo, ya vieja,
seguiré pensando
que eres la flor
más hermosa de mi jardín
donde huele la flor de romero,
mis caricias
tendrán aroma de azahar y azucena.
Ea, nanita, ea,
ea, mi niña, ea.
A Pilar.