Habito
en el paraíso,
donde
la manzana
floreció
en el jardín
del
extremo placer,
cuando
tu cuerpo
se
hace sombra
sobre
el mio
incandescente
en
el secreto
de
la noche.
El
perfilado de tu cuerpo
entre
las sábanas,
desorienta
a mis sentidos,
lucha
mi carne
seducida
por
el jadeo de tu pecho.
Cúspides
de piel
son
tus labios,
que
me hacen sentir
como
el beso suave
de
un gorrión,
en
mi boca