El siempre dormía en el borde de la
cama. Ella la ocupaba toda.
-¿Quieres dejarme dormir sin tener
miedo a caerme? Le preguntó
-Será que te mueves demasiado y
siempre acabas en el mismo sitio, a la izquierda.
Todas las noches, fueron al filo de
cuchillo hasta que él se dio cuenta que no le permitía respirar
para vivir.
Desde aquel momento duermen en camas
separadas, cogidos de la mano.