El espejo rebela lo contrario
de lo que guarda mi huerto, casi muerto.
Siendo mujer entre variadas aguas
brillantes luces de fuego en mis ojos,
sonrisa de seda, dócil engaño,
cruje el aire en el vuelo de mi falda,
y unos chasquidos de dedos deciden
esconder las arrugas de mi cara.
Dibujo las líneas discontinuas
con polvos esparcidos en mi carne,
-guardando placa a placa,paso a paso-,
velada conjugación del pasado,
crepitante rugido de mi grito,
sazonado aroma de verbo añejo
en este pincel de mi maquillaje.
Muy bonito, Trini.
ResponderEliminarte aprecio, te admiro y te quiero amigo, Paco Martín...
EliminarEste comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.
ResponderEliminarEsto es precioso, nena
ResponderEliminarte doy dos besos!!!graciassssssss
Eliminar