domingo, 13 de noviembre de 2016

Aquellas cartas que te escribía

Aquellas cartas era lo que me unían a ti,
lo que llegaba desde mi arena a tu piedra.

Aquellas cartas que ataban la esperanza a tu ausencia,
que sabían a té con canela de sobremesa
y al humo de tu cigarro cuando me leías.

La noche me hacía presencia en tu soledad,
lo que rebullía dentro de tu alma,
lo que agonizaba, en la mía.

El sol se hacía crepúsculo,
la imaginación era mi dueña,
la esperanza traspasaba el umbral,
tu silencio, misterio de agua turbia.

El fuego secaba al lirio recién nacido,
el agua de tus besos pocas veces
colmó la sed de mi boca.

Percibo el deseo en la palabra,
se atraganta la lágrima en los ojos vacíos,
en los pocos “te quiero”que te nacían

Nada pienso, nada espero de ti
cuando el sexo ya no es llama
solo recuerdo perdido entre sueños,
entre arrepentimientos.


Aquellas cartas que te escribía,
perdidas entre mudanzas,
ya no reclaman que siempre,
aún siendo mío  solo eras una huida,
entre los pétalos de una margarita.

(Obra de Galiana.)



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