Bajo tu firmamento luce la estrella,
el
amarillo de luz penetra en calma
solitaria
de la cama donde descansas.
La
noche es tenue entre montañas tristes,
cuando
los perros rojos bramando furiosos
al
escondido astro cubierto de nubes
añiles
en sus distintas gamas. La noche
se
acerca, el sol se oculta y miras
a
través del fino cristal de la ventana
y el
suave verdor del árbol guarda ramas.
Tus
ojos azules penetran las esquinas
de
un cielo escondido que solo tu ves.
Son
rojas tus lágrimas, siempre fueron rojas,
como
el verbo de tu carne maltratada.
Las
líneas del pentagrama de tu trazo,
calientan
el rincón de la geografía
cósmica
de la que rehuyes en el pincel.
Caliente
entre sábanas de coralina,
aúllas
como tus perros a la esperanza
del
amanecer del solo y nuevo día.
Obra de Galiana.
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