Pegado a unas tablas,
como si fuese la panza
caliente de mi madre,
busco combatir el miedo
Miro vociferantes bocas
pidiendo mi sangre,
me emociono, grito,
lloro.
No me entienden.
Y me siento solo,
congoja y agonía
en este desolado trance.
Remuevo la arena
como quien cava su tumba
entre duelos de colores
de alberos y granates,
oros y platas,
música de trompetas,
anunciando mi muerte.
Son las 5 de la tarde.
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