Bajo telón cerrado,
donde solo hay dos
actores,
cual Cinco horas con
Mario,
como profecía de lo que
nos aguardaba,
donde hablo y hablo,
callas, callas.
En el patio de butacas,
solo ojos claros
contemplan escenas
en las que se deslizan,
surtidores de colores
y
fuentes de macilentas
palabras.
E inevitablemente,
nuestra obra termina
con humedad en los ojos.
tatuajes de locura,
ruinas de amor
en
filos de espada.
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