jueves, 3 de abril de 2014

A mi hijo.

Reconozco que tu trompeta
suena bien a mi oído
cuanto la tocas.
Tu colonia tiene mejor fragancia,
cuando te respiro, amor.
Tu corazón raro,
golpea cada día,
con alegría,
mis mil sombras.

Tu vida,
mi semilla,
germinó
entre puertas casi cerradas,
sigiloso miedo frío
en noches de invierno olvidadas.

Estás,
te miro,
en una mañana imprecisa.
Te acaricio sin manos,
entre sonidos de cornetas,
con movimientos incontrolados,
de tus dedos ,
relámpago

Tus ideas se agolpan,
te destruyen,
golpeando enjambres,
de indoloras conexiones
y,
con tus ojos
detrás del grosor de tus gafas,
me demuestras

que Dios existe.

6 comentarios: