Nuestras miradas se
encuentran en la estación.
Las dos iguales sentadas una al lado de
la otra.
Sé que me reconoces,
aún tengo en mi memoria tu nombre.
Rubia exuberante
de formas pecaminosas,
objeto de deseo
de babosos cargantes.
Te bajas en esa estación amarilla,
donde la mujer está en venta
de la forma más barata
Vives escondida guardando
el secreto
de debajo de tu minifalda,
aunque las dos sabemos
que ni tus diez centímetros de más,
donde no se nota,
nos diferencia.
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